lunes, 22 de junio de 2009

Quintín Mugrosso y su experiencia más heavy: Iron Maiden en Lima!



666! The Number of the beast!



Janick!, por una cortesía del celebérrimo Darkalzada, el primero en ingresar al Nacional. Salud!

Así lo vivieron los maiden esa noche!



¿Alguien podrá olvidar este momento?






Y Quintín Coronado se pone serio y diserta brevemente sobre Eddie...
... y pienso en la figura de Eddie. Lo que me interesa aquí, fundamentalmente, es conocer cómo han interiorizado a este personaje, de lo cual se podrían desprender otras interrogantes: ¿Qué sentido tiene Eddie en la banda? ¿Cuál es la función de Eddie si pensamos en Iron Maiden (IM) como un proyecto estético-ideológico? ¿Es el diablo? ¿Es un dios? ¿Por qué su presencia? ¿Qué lo convierte en un símbolo del metal? (¿Lo es realmente?) ¿Qué es lo que se ha venido buscando con su existencia? En suma, ¿Qué es Eddie para sus vidas?Para reflexionar sobre esto tenemos que ser concientes de que IM no es sólo velocidad y distorsión, agitar las cabelleras, alzar luciferinamente los dedos y gritar, sino que su música tiene un soporte cultural interesante que me parece no es muy apreciado por el seguidor del metal (al menos comentarios sobre el tema no he escuchado ni leído). En realidad a mí me gusta IM porque no es metal en bruto, de esos que lo que buscan es ir directamente a la sangre, alborotarte por dentro (a veces son tan necesarios); pienso que a lo primero que apunta IM es a abrirnos un mundo simbólico, contar una historia antes que expresar abiertamente dolor o furia (hecho típico del género). De ahí que las letras de sus canciones entren en diálogo con películas o textos literarios, lo que hace que escucharlos sea una experiencia enriquecedora.En esta dirección, la discografía de la banda es una gran historia: la de Eddie. Este personaje está asociado a lo anticonvencional, al poder, a la violencia, a la omnipresencia. Pensar en Eddie como la imagen pura y extrema del mal me parece muy sencillo si tenemos en cuenta la profundidad de la propuesta artística de IM. Es cierto que en portadas como la de The number of the beast Eddie puede ser más grande que el propio demonio; sin embargo, sus apariciones en los conciertos muchas veces se tornan hasta en una representación lúdica del mal. A mi juicio, Eddie es más humano de lo que verdaderamente parece. Ya sea con el paso lento del cyborg o con el descontrol del que ha escapado de la tumba, Eddie sale al escenario y es tratado por la banda con toda familiaridad. Harris y compañía juegan o luchan con la bestia, como si intentaran decirnos que el mal siempre está cerca de uno, que es ineludible y que sólo hay que aprender a congeniar con él, a tratarlo como a un ser con voluntad propia que en ocasiones entrará en conflicto con nosotros, pero que luego se irá. Pienso que IM ha materializado la oscuridad (Eddie) con el objetivo de concientizar sobre su aceptación y necesidad en el marco del equilibrio que debe de haber entre el bien y el mal. Hablar de una posible orientación satánica de la banda resulta fuera de lugar desde esta perspectiva, pues lo que promovería IM con Eddie y sus canciones es una actitud más que una religión. El Eddie de las portadas y los shows da esa sensación de ser para la banda el amigo que los visita; es el antihéroe, el cómplice (recordemos a nuestro personaje y su relación con Margaret Thatcher), es el sujeto irreverente (Women in Uniform) que en un comportamiento bastante humano sale con chicas, integrándose, por todo ello, a un orden cotidiano.