sábado, 24 de diciembre de 2011

The Rolling Stones: la historia

En los albores de la década de los 60’, las disqueras norteamericanas respondían a las demandas musicales de la juventud con la producción y difusión de la música pop. Era el estilo de moda, de mensajes frívolos y con un sonido fácilmente digerible, ingredientes que, sin duda, garantizaban su éxito comercial entre los adolescentes de la época, los cuales asumían el género como propio del espacio citadino y de la cultura de los “blancos”.
De esta forma, asociado el pop norteamericano con lo definidamente hegemónico, el género se expandiría rápidamente por tierras europeas, aunque en Gran Bretaña encontraría serias resistencias. Y es que la atmósfera de posguerra provocó que, antes que la docilidad del pop, algunos sectores de la sociedad, principalmente jóvenes, buscaran proyectos artísticos cargados de actitud.
Fue así que se fijó la atención en el blues del sur de Estados unidos. A través del blues, los sujetos afrodescendientes de la zona expresaban su rechazo por la realidad que los excluía en el marco de una estructura social rígidamente vertical. Su canto anidaba el sentido compromiso por la mejora de sus condiciones de vida, haciendo del blues un estilo testimonial, irreverente, pero sobretodo libre.
Lejos de cualquier prejuicio político, los grupos de “jóvenes blancos” en Gran Bretaña mostraron interés por revalorar ese género musical, muchachos como esos dos que una tarde de 1960, en la estación de metro de Londres, se reconocieron mutuamente, no sólo por recordar que habían sido compañeros en la escuela primaria, sino también porque en ese instante repararon en que sus gustos musicales parecían ir por la misma senda: eran Keith Richards y Mick Jagger, quien bajo el brazo llevaba una colección de LPs de Chuck Berry, Little Walter y Muddy Waters.
Ante el descubrimiento de tal afinidad, ambos no se separarían hasta constituir una banda con la cual rendir tributo a sus ídolos casi clandestinos. Al lado del bajista Dick Taylor, formarían Little Boy Blue and the Blue Boys.
Para 1962, Taylor dejaría la banda, pero al poco tiempo se integraría el multi-instrumentistas Brian Jones, y con él, el pianista Ian Stewart, el baterista Charlie Watts y el bajista Bill Wyman. A Jones se le ocurrió cambiar el nombre de la agrupación, y basándose en el título de una de las canciones de Muddy Waters, pensó en The Rolling Stones. A partir del nuevo nombre la banda adquiriría la imagen que no los abandonaría a lo largo de toda su trayectoria. En español, “Rolling Stones” puede entenderse como “Balas perdidas”, calificándose con ello a las personas que viven al margen de la ley y de los convencionalismos de cualquier tipo. Con la propuesta ciertamente establecida, se presentaron por primea vez el 12 de julio de 1962 en el Marquee Club de Londres.
Junto a los Stones aparecieron otras agrupaciones con las que compartieron esa afición por la música americana. Entre ellas se puede mencionar a bandas tales como The Who, The Kinks o The Yardbirds (donde sobresalía la figura de su primera guitarra, un chico llamado Eric Clapton), que también demostraban que el blues iba dejando su categoría de género menor, para afirmarse, más allá de todo vínculo racial, como un formato rico tanto lírica como melódicamente.
Con estas bandas nace el rock n´ roll como proyecto estético en el que convergen la vitalidad y la violencia. Si con The Who asistimos a una puesta en escena en la que amplificadores y guitarras se destruían en un arranque de éxtasis, con los Stones se da lugar a los contenidos desestabilizadores del orden social, como el sexo, las drogas, etc. El blues, precisamente, proveería de energía el espíritu trasgresor de la banda, y los Stones eran conscientes de esto. Comenzaron interpretando los covers de Robert Johnson, Chuck Berry, Fats Domino, Jimmy Reed, Little Walter, Bo Diddley y Muddy Waters. Es más, su primer sencillo fue “Come On”, tema original de Chuck Berry.
En enero de 1964 lanzarían su primer EP, “The Rolling Stones”, el cual estaba conformado por versiones en vivo. Tres meses después saldría a la venta su primer disco de estudio, “The Rolling Stones” (en Estados Unidos la producción fue conocida con el nombre de “England's Newest Hitmakers”), material que contenía las versiones de “Route 66” de Nat King Cole, “Mona” de Bo Diddley y “Carol” de Chuck Berry.
En octubre de ese mismo año, seguirían los pasos de sus competidores más cercanos en cuanto a popularidad, The Beatles, yéndose de gira por Norteamérica. Se presentarían en The Ed Sullivan Show, suceso que exasperó a más de un padre de familia por concebir a la banda como una mala influencia para los adolescentes. El programa recibió una serie de cartas manifestando que los Stone atentaban contra la moral debido a los movimientos poco decorosos de su vocalista y por los hechos de violencia que, en general, se originaban en cada una de sus presentaciones. En realidad, antes de que estas denuncias perjudicaran a la agrupación, vinieron a favorecer su intención de ser la contraparte del cuarteto de Liverpool.
Aunque los Stones ya contaban para 1965 con un número importante de seguidores en Gran Bretaña y Estados Unidos, sería una canción, obviamente con base rítmica de blues, la que los catapultaría a la fama internacional: “(I Can't Get No) Satisfaction”. Este sería sólo el inicio de una extensa producción musical, que en total suma 59 materiales discográficos entre álbumes de estudio, antologías y presentaciones en vivo, llegando a vender un aproximado de 250 millones de discos alrededor del mundo.
Al año siguiente del éxito en ventas que fue “Satisfaction”, la banda abandona sus influencias de blues y de soul norteamericanos para embarcarse en lo que sería la primera producción musical estrictamente hecha por los Stone: “Aftermath”, disco considerado por la crítica como uno de los mejores de la historia del rock.
En 1969 la banda atravesaría una de sus primeras crisis. En primer lugar, inmersos en la cultura sicodélica de entonces, editaron el Lp “Their Satanic Magesties Request”, el cual fue rechazado por el público y la crítica al juzgarlo como una descarada imitación del “Sgt. Peppers” de los Beatles. Y en segundo lugar, Brian Jones, para muchos el líder de la banda hasta ese momento, falleció debido al consumo excesivo de estimulantes. Sin embargo, Jagger y compañía afrontarían aquella situación adversa con nuevas presentaciones y discos.
Tras la muerte de Jones, se uniría al grupo Mick Taylor, quien sería el responsable del sonido setentero de la banda, hasta 1974 en que lo reemplaza Ron Wood.
Para comienzos de los setenta los Stone ya eran poseedores de un estilo musical propio. Pero como toda buena banda de rock, y más aún si se adjudicaba el mérito de ser “la banda de rock n´ roll más grande del mundo”, creyeron conveniente buscar una figura que los identificara como grupo. Así, “Sticky Fingers” es la producción en la que aparece por primera vez el famoso dibujo de la boca roja mostrando la lengua, imagen que fue diseñada por John Pasche. Además, el disco ha sido catalogado como uno de los más importantes de la banda en función de la destreza con la que son ejecutados los instrumentos.
A pesar de haber pasado cuatro décadas, The Rolling Stone continúan realizando giras mundiales y lanzando al mercado temas que, cuán alquimistas, los convierten en éxitos comerciales rotundos. Por ejemplo, la canción “Don´t Stop”, incluida en el disco “Forty Licks“(2002), hizo que se vendieran seis millones de copias a nivel mundial, mereciendo triple disco de platino en los Estados Unidos.
Sin duda, Ron Wood, Charlie Watts, Mick Jagger y Keith Richards han significado en la historia del rock la raíz de este género, dotándolo de ese carácter iconoclasta y visceral que tanto lo distingue de otras tendencias musicales. A partir de los Stones, las bandas de rock sabían cuál era la ruta a seguir. Desde Led Zepellin a Guns N´ Roses, el rock n´ roll marcharía a la luz de esas verdaderas balas perdidas que fueron The Rolling Stones.

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