lunes, 17 de agosto de 2009

El maistro Quintín

2:00 p.m.
O lunes o martes, hasta sábado a veces. Suena el timbre. Abren las puertas de sus aulas, los alumnos salen a empujones y amenazándose groseramente, corren al comedor con sus tripas al borde de la desesperación. Se sientan en las mesas redondas, mientras que los profesores ocupan la mesa bastante cuadrada del fondo.
Los educadores dejan sus maletines en el suelo y ordenan con educación su ración de comida. El maistro Quintín llega tarde, el lugar repleto, las charolas de aquí para allá; así que no queda otra que sentarse en las mesa de los colegas, donde siempre tiene un lugar reservado.
Una vez servidos los platos, se da inicio al mismo diálogo de todo los días.

- ¿Qué le parece el programa curricular anual propuesto para el próximo año?
- …
- ¿Cómo está manejando sus indicadores?
- …
- En la jornada técnico – pedagógica pasada…
- …
- Fui a la capacitación, firmé y me fui: tenía plancito.
- …
- …Que debe buscar nuevas estrategias…
- …
- Profesores, a la salida nos quedamos para resolver la pérdida del lapicero rojo del alumno Fulano De Tal
- …

El maistro Quintín come y requetecome. Su corbata más ajustadísima que nunca.

- Los Caribeños de Guadalupe tocarán en el 7055 por el día del maestro ¿vao profe? De la pollada nos pasamos empiladazos con las malcriadas…
- …
- ¿Sus unidades y registros? El colegio no imprime, es su responsabilidad.
- …
- ¡Descuento!
- …
- Habría que homogenizar nuestros instrumentos de aprendizaje…
- …

En medio de esas voces surge una que va directamente hacia Quintín:

- ¿Y profe Mengano? ¿Se presenta al concurso de plazas? Usted es joven.

Era su coordinador, el amo y señor de la pedagogía. Magíster en el decomiso de mochilas a quienes no le cumplían con la tarea. Con estudios en técnicas para jalar orejas sin que el niño llore, además de llevar un taller creativo en Europa de cómo convertir cualquier objeto del aula en un instrumento de tortura. No cabía duda de que era un tipo preparadísimo para ejercer la profesión.

- No puedo. No soy profesor – contestó Quintín con la comida aún en la boca.
- ¿Que no?
- Yo he estudiado Literatura.
- ¡Claro, hombre! ¿En la Cantuta?
- No
- ¿En algún pedagógico?
- No
- ¿Entonces dónde estudió?
- En el CULP
- ¡Vaya! El Círculo Único de Literatos del Perú.
- Sí
- ¿Quién enseña diseño curricular allí? De repente es amigo mío.
- ¿Cómo?
- ¿Y Corrientes Pedagógicas Contemporáneas?
- ¿Ah?
- ¿En qué ciclo llevan antropología educativa?
- Yo he estudiado literatura.
- Pero por eso, profe Mengano, es usted un profesor.
- …
- ¿Profe Mengano?
- …
- ¿Profesor?
- …
- Sí, claro – dijo Quintín. Y sonó el timbre.

Pero si no hubiese sonado el timbre anunciando el regreso a las aulas, Quintín tampoco se hubiese molestado en explicar su profesión, en precisar detalles. ¡Qué flojera! Tampoco le habría dicho que no le gustaba lo de Profesor Mengano por considerarlo irreal, aunque también hubiese resultado inútil decirle que su verdadero nombre era Quintín. Ese no era el nombre de un profesor.
Quintín agregó a todo ello el hecho de que se acercaba fin de mes, razón suficiente para velar su identidad y no entrar en problemas ni debates con nadie en pos de un pago puntual y completo. Así que él, el maistro Quintín – como gustaba denominarse para ser justo consigo mismo -, subió al aula que le correspondía a esa hora, y recordando su curso de Camaleonogía I (asignatura elemental en el plan de estudios del CULP y la que, por lo general, nadie pasaba a la primera) saludó a sus alumnos con la careta de marzo a diciembre hasta las 4:00 p.m., la de profesor, profesor, el peor de todos.

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